lunes, 13 de junio de 2011

"...no se olvida en la vida"


Así como todo en la vida finaliza, un día iba a pasar que Martín Palermo se retirara del fútbol, como le pasa a todos los jugadores. Lo que ocurrió en el medio del camino es que el optimista del gol fue dejando de ser uno más de "todos los jugadores" para pasar a ser lo que hoy es: mito, leyenda, récord, titán. Aunque no fue su último partido, Martín Palermo se despidió de La Bombonera y de la hinchada de Boca con una fiesta inolvidable para el mundo del fútbol.



Hay momentos y figuras en la historia de este magnífico deporte que se graban en la memoria colectiva mundial, a los que se hará referencia hasta que el mundo deje de ser mundo: Pelé, Maradona, Di Stéfano, Spencer, La Naranja Mecánica, el Maracanazo y tantas otras situaciones y personas que marcaron el rumbo de lo que había que imitar, los ejemplos a seguir, los modelos a los que aspirar.

Ayer, domingo 12 de junio de 2011, el máximo goleador en la historia de Boca Juniors jugó su último partido como local ante Banfield. La semana previa al partido los entrenamientos del club se llenaban de gente y banderas de apoyo y agradecimiento para con el loco ese. El mundo del fútbol tenía a la vista que Palermo se iba, aunque le quede un partido más por jugar.

Toda una semana de expectativa que reventó el domingo: las afueras del hotel donde concentró Boca, colmadas de gente. La caravana hasta La Bombonera parecía la de los campeonatos intercontinentales de 2000 y 2003, capaz que hasta más gente. La llegada al estadio fue con una sola canción de fondo: ¡¡¡Paleeeeermo, Paleeeeermo, Paleeeeermo!!!. Yendo hacia los vestuarios, besos, abrazos y mucho cariño de la gente que merodeaba los interiores del templo Xeneize.

No quedaba una sola entrada por vender, un solo asiento por ocupar. La cancha estaba llena para darle el agradecimiento más pleno y puro que el titán se merecía. "Se viene Boca", decía la trasmisión televisiva. Con él a la cabeza, con la cinta de capitán que bien supo llevar durante estos últimos años, Boca sale al terreno de juego con la explosión de su gente y un solo canto vuelve a repetirse, ensordecedor: ¡¡¡Paleeeeermo, Paleeeeermo, Paleeeeermo!!!

Las cámaras lo enfocan a él, saludando a la gente con el resto del equipo, mientras el director de cámara de la trasmisión del partido pincha las otras imágenes de las banderas, las pancartas, las caretas con su cara, su familia en el palco, la gente que le canta, los números 9 que se ven en diversos modelos de la casaca azul y oro. Él, con su 9 dorado, respira por la boca (valga el paralelismo) en una clara demostración de emoción, que se intenta contener en cada bocanada de aire, en cada suspiro que su boca exhala.

Los cantos siguen, todos en alusión a ese loco que hizo un penal con las dos piernas, que tiene el récord de goles en un torneo corto, que hizo su gol 100 en primera con los ligamentos rotos, que volvió de esa lesión para meterle el "gol rengo" a River (encima su gol 73 en Boca) y sacarlo de la Libertadores, ese que se le cayó una tribuna arriba, que perdió un hijo, que se repuso y metió un gol de mitad de cancha, que cabeceó desde 38 metros y la puso adentro, que pasó a Varallo, Cherro e igualó al "Nene" Sanfilippo como el quinto goleador histórico del fútbol argentino, que en la agonía de un partido con la selección metió el gol más gritado en años por los argentinos e hizo que el Monumental cantara su nombre y que fue el jugador más veterano en debutar en los mundiales en convertir un gol. Me quedé medio corto de logros, por acá vas a encontrar algún otro.

El partido es meramente anecdótico, termina 1 a 1. Aunque no pudo hacer el gol que quería, vuelve a bajar ese canto desde la tribuna (¡¡¡Paleeeeermo, Paleeeeermo, Paleeeeermo!!!) que se oyó durante todo el partido y, de manera improvisada, toma otra forma que muta en una dedicatoria como solo la prosa futbolera puede brindar:

"Muchas gracias Palermo, muchas gracias Palermo. Muchas gracias Palermo, muchas gracias Palermoooooo. ¡Vos nos diste los goles, vos nos diste alegría, lo que hiciste por Boca no se olvida en la vida... no se olvida en la vida!!!"

Sus compañeros lo abrazan, lo levantan y lo tiran hacia arriba, ofrendándolo al cielo como el consagrado gladiador eterno del gol, que siempre vivirá en el recuerdo de las generaciones que gritaron y celebraron sus conquistas hasta llegar sin voz el lunes al liceo, a la facultad o al trabajo.

Apenas se entonó parte del himno argentino en la armónica del Andrés Ciro, ex cantante de Los Piojos, la emoción toma por completo al optimista. La gente vuelve a responder con el avasallante grito de guerra (¡¡¡Paleeeeermo, Paleeeeermo, Paleeeeermo!!!) y se pueden escuchar sus palabras de eterno agradecimiento:

"Son muchas cosas las que pasan por la cabeza en este momento. Estoy agradecido por todo el cariño que me dieron. Recuerdo tantos títulos, a tantos jugadores que son parte de mi historia, pero especialmente a los hinchas. Sin ellos, Boca no sería lo que es. Esto es especial para mi. Nunca voy a olvidar este estadio. Me voy más que feliz. Pasamos cosas muy lindas y lo que me dio la gente es increíble".

Las cámaras vuelven a enfocar a las tribunas. Hay un señor mayor, que seguro vio a las más grandes glorias del pasado boquense, que llora como un pendejo que solo vio a Palermo con la 9 de Boca. Y de nuevo baja el ya no tan improvisado hit:

"Muchas gracias Palermo, muchas gracias Palermo. Muchas gracias Palermo, muchas gracias Palermoooooo. ¡Vos nos diste los goles, vos nos diste alegría, lo que hiciste por Boca no se olvida en la vida... no se olvida en la vida!!!"

Los videos de la pantalla gigante no hacen más que aportar emoción y satisfacción al titán. Dedicatorias de Guillermo Barros Schelotto, Carlos Bianchi, los chicos de la fundación que él apadrina, hacen moquear a toda La Bombonera. Después, los chicos le regalan la capa de superhéroe que le hicieron con ese incondicional amor que le tienen al generoso optimista: "Supermartín" dice la capa, que tiene dibujitos y caritas que los niños le regalaron a él, como él tantas veces les regaló sonrisas.

Se termina la noche, y se venía el regalo de Boca para él. Que mejor regalo que darle lo que buscó toda su vida: el arco. Martín Palermo se llevó para su casa el arco de Boca con su nombre, ese que tantas veces fue cómplice de sus locuras, de sus más diversos goles, de sus más hazañosas proezas, y que seguramente tendrá su nombre para toda la eternidad.

Le piden que de una vuelta olímpica, que salude a la gente que le sigue brindando amor. Dicen que el amor y la locura se parecen mucho, ambos son recíprocos. Él, titán interminable, optimista de la vida, llora como un pebete que perdió el campeonato del potrero, que sabe que no va a poder volver a jugar con sus compañeros, que ya no tendrá a los mismos de siempre alentándolo y dándole fuerzas, que no le van a gritar más "¡Dale Martín!", "¡Bien, loco!", "¡Grande titán!".


"Supermartín" está terminando su última vuelta olímpica en La Bombonera. Es un héroe que no vuela, camina despacito, como no queriendo irse nunca más. Cada pasito es la despedida de ese césped que el regó con sus ganas, con su talento, con su afán de triunfar. La hinchada sigue aplaudiendo, cantando y lagrimeando junto a él. La gente se dispersa del lugar, y al juego de la taza que mañana es lunes y, obviamente, hay que comprar ese diario con la foto antes que se agote.

Dicen que hay uno, que se fue con sus amigos, que vivía lejos de la cancha. Y algunos comentaron que cuando se vio caminando solo para la casa, se lo escuchaba cantando bien bajito:

"Muchas gracias Palermo, muchas gracias Palermo..."

jueves, 21 de abril de 2011

La culpa la tiene el rock


Los integrantes de Callejeros fueron a prisión por el delito de "incendio culposo seguido de muerte" en el marco de la causa Cromañón, al tiempo que la causa contra el dueño de aquel boliche, Omar Chabán, cambió su carátula de "homicidio doloso" a "homicidio culposo", lo que quizás supondría una reducción de la condena de 20 años que el gerenciador del local recibió en 2009.


El siguiente artículo tendrá una visión propia sobre este tema, que intentará no fanatizarse para expresar una idea desde una visión que, aunque es subjetiva, es todo menos ciega o cerrada: "La culpa la tiene el rock".

Dicho popular si los hay, esos que empiezan con "La culpa la tiene...", que normalmente generalizan situaciones ingeneralizables, que suelen tener más de un responsable o más de un microproblema a resolver dentro del macroproblema generado.

Como ya fue expresado, los músicos de Callejeros fueron enviados a prisión por "incendio culposo seguido de muerte", junto con el manager de la banda, Diego Argañaraz, y los demás responsables nombrados en el anterior artículo de este blog que habló del caso Cromañón, donde hay más detalles de lo que fue aquel fallo primario.

Volvemos a la idea a expresar, que parece muerta por momentos, pero que cada tanto resurge de las piedras y desde los sentimientos más arcaicos de diversos sectores de la sociedad que olvidaron que fueron jóvenes alguna vez: "La culpa la tiene el rock".

No lo dicen en voz alta, no lo dicen textual, pero la frase central bien podría ser esa. Todos o casi todos los familiares de las víctimas se mostraron satisfechos con que los integrantes de Callejeros fueran presos.

Entonces, yo entiendo que, según su idea, si la gente que va a ver un recital prende bengalas, la culpa es del rock y sus intérpretes. En ese caso, si la gente que va a la cancha prende bengalas y se queman las manos o les revienta una y pierden un brazo, la culpa es de los deportistas, dirigentes, árbitros, entrenadores, preparadores físicos, los relatores de radio y televisión, y por último los verdaderos culpables: los encargados de dar seguridad y de cuidar el ingreso de pirotecnia.

Se han dado casos en muchos países de explosivos que fallaron y que le hicieron perder un dedo a más de uno en una cancha. Nadie pidió que se multara o condenara a los dirigentes de tal equipo, al responsable de seguridad de la cancha o a los jugadores del partido. Sin embargo, en el caso Cromañón, parece que la banda Callejeros estaba prendiendo bengalas al tiempo que tocaban, y una de las que prendieron alcanzó la media sombra y truncó 194 vidas. De nuevo aparece la idea: "La culpa la tiene el rock".

Si hacemos la comparación con un espectáculo deportivo, Callejeros son los jugadores del partido, ya que es (o era) una banda de rock, que tocaba música rock. No eran ni patovicas, ni encargados de seguridad (que ellos si tenían contratados, justamente para no tener que preocuparse mientras tocaban), ni el dueño del local, ni el que cerró con candado la salida de emergencia, ni quien autorizó la construcción del boliche o lo habilitó en esas condiciones.

Sin embargo para la Justicia, además de Chabán y los funcionarios de gobierno, la culpa la tiene, una vez más, el rock. Esta vez es el género rock, pero puede tomarse como la música en general.

Resulta increíble y por demás ilógico que nadie, ni la Justicia, ni los medios, ni la sociedad en su conjunto, recuerden cada vez que se hable de la causa que los Callejeros son, al mismo tiempo que las personas que perdieron seres queridos, familiares de las víctimas, ya que ellos mismos sufrieron la muerte de allegados.

Los muertos de los Callejeros están comprendidos entre las 194 víctimas. Este dato es, obviamente, pasado por alto en la mayoría de los medios. ¿Por qué? Porque hay que buscar un culpable con quien descargarse, para que los que sufrieron descarguen su rabia, para que los medios señalen y hagan especiales de horas y horas sobre el tema, y para que la sociedad tenga con quien indignarse. De esta manera, y detrás de las condenas de los músicos, de los managers, de los funcionarios y de los dueños, la culpa de todo la tiene el rock.


Los boliches siguen funcionando mal, se producen derrumbes en las estructuras, siguen habiendo muertos, se siguen pagando coimas para que los lugares inhabilitados puedan abrir y hacer unos mangos, pero para la Justicia "la culpa la tiene el rock". Ah, también se ordenó levantar la especie de santuario recordatorio del hecho, montado en las afueras de lo que fue República Cromañón para abrir el paso de la calle donde se sitúa, cerrada desde la tragedia.


Desde donde estén, las 194 víctimas se están agarrando la cabeza, y no lo pueden creer.



Saludos.
Mauricio

viernes, 4 de marzo de 2011

Las vaquitas (más que nunca) son ajenas


Por cuarta vez en el año la carne volvió a subir en Uruguay, llegando a un aumento acumulado de 24,6% en tan solo dos meses de 2011. Según declararon carniceros y frigoríficos a diversos medios de comunicación, es esperable que se registren subas en estos primeros meses del año (como sucedió con los combustibles desde ayer 3 de marzo, 9,7% de aumento en promedio), ya que es un tiempo de ajustes además de ser tiempo de zafra para la industria cárnica.


En esta oportunidad las subas fueron de $5 por kilo para la media res y de 4% para el asado. El pescado y el pollo también experimentaron alzas en su precio, este último subiendo un 10% hasta ahora y se espera que suba otro 10% dentro de este mes, según informó el diario Últimas Noticias y recogió el portal 180.com.uy

Las carnicerías trasladaron al público un 15% del aumento acumulado total, según un relevamiento realizado por la Unión de Vendedores de Carne que preside Heber Falero. Se espera que en los próximos días el aumento en los precios al público alcance el 20%.

La principal causa de estas subas es la falta de ganado (es increíble que falte ganado en época de zafra), sumado a los altos porcentajes de ganado en pie que se vende al exterior. Por ejemplo, Turquía compró 64.000 cabezas de ganado de una faena de 320.000, lo que significa que el 20% de dicha faena se fue a un solo destino exportador. El secretario general de la Cámara de la Industria Frigorífica (CIF), Daniel Belerati, declaró al diario El País que se están matando "escasamente 40.000 reses por semana, lo que hace difícil acordar el precio".

La falta de ganado (recordemos, en plena zafra) no solo llevó a estas irrefrenables subas, sino que hizo que 1300 empleados de la industria frigorífica fueran enviados al seguro de paro y se produjera el cierre de tres frigoríficos. La planta industrial del frigorífico Sarubbi envió a 300 trabajadores al seguro de paro, mientras que el frigorífico Inaler perteneciente al grupo Tacuarembó Marfig mandó a sus 600 empleados.

Todos estos datos arrojan una realidad imposible de no ver: los dueños de las vacas son los únicos que ganan. Nadie dice que no hagan su negocio, tienen todo el derecho del mundo de hacer dinero con lo que es de su propiedad. Pero si se trata de la venta de un alimento básico para la población (léase carne de cualquier tipo: vaca, pollo o pescado), no puede subir un 25% en dos meses en plena época de zafra que, según los propios carniceros, termina por julio-agosto. Si es así, no se imagina que pueda suceder en los tiempos que no hay zafra.

La carne que se pone en venta en el mercado interno actualmente está costando lo mismo que la de exportación. Uruguay está pagando a precios internacionales lo que se consume en el mercado interno, afirmaron distintos carniceros a Subrayado. Si esto ocurre por la escasez de ganado, no se puede exportar el 20% de una faena a un solo destino. De esta manera, el país que ponga más plata se lleva toda la faena, o al menos eso es lo que parece ser según estos números.




No se sabe si habrá un subsidio para ciertos cortes, como ocurrió con el "asado del pepe", o si se buscará bajar el precio de algunos cortes para los más pobres. La cuestión es que si el precio sigue subiendo así, la única carne que vamos a ver es la protagonizada por la Coca Sarli.



Saludos.
Mauricio.



Fuentes: Últimas Noticias, Portal 180 (http://www.180.com.uy/), El País, Subrayado.

lunes, 10 de enero de 2011

La Gran Madre y Abuela Latinoamericana


En la jornada de hoy, Latinoamérica perdió a la Abuela y Madre de muchísimas generaciones que crecieron con sus versos llenos de ternura, de poesía para todas las edades, de calidez, de "olor a hogar"... en fin, versos de amor. A poco de cumplir 81 años (hubiera sido el 1º de febrero), la naturaleza le dio el pase a la inmortalidad a María Elena Walsh, una de las poetisas y cantautoras más entrañables, más queribles de nuestra historia.


No debe haber persona que haya tenido infancia y todavía tenga corazón, que hoy no esté triste o al menos apenada. Una vez más, el mundo terrenal se ve desahuciado de alguien que derramó amor y calor sobre varias generaciones a través de sus poemas y sus canciones.

La Mona Jacinta, Chaucha y Palito, la Sirena y el Capitán, la Foca Loca, Manuelita, Osías, el Mono Liso, la reina Batata, Martín Pescador, Don Fresquete y varios más, quedaron huérfanos. Su tristeza es la de todos los que conocimos ese mágico repertorio de María Elena, de todos los que aprendimos a tomar el té, que conocimos el reino del revés o las brujerías del Brujito de Gulubú y la travesía de Manuelita desde Pehuajó hasta París, por solo nombrar algunas de las historias con las cuales nos deleitamos a través del tiempo.

La gran amiga de los niños de toda Latinoamérica (y por qué no del mundo, joder) nos dejó físicamente, pero su inmortalidad espiritual estaba escrita hace rato largo. No me voy a concentrar en su vida relacionada a la política, aunque haya sido muy importante como luchadora anti dictadura. Eso quedará para los que quieran hablar de María Elena Walsh y la política. Yo voy a hablar y extrañar a la María Elena Walsh que en algún momento y sin darme cuenta adopté como una abuela, pero una abuela que sabía cantar y que tenía una inventiva para contarme cuentitos de la puta madre.

"Pero un día se marchó" titulan varios portales de internet. Si, es cierto, pero su alma no se marchó, mucho menos su calidez. Todo eso vive y vivirá en los corazones de quienes supimos (¡¡¡y sabemos!!!) apreciar todo lo que nos contaste, lo que nos relataste y nos cantaste. Gracias por todo, María Elena. Gracias por hacer todo tan simple en un mundo que se iba pudriendo poco a poco. Vos tuviste la cabeza en su lugar y los huevos bien puestos para permitir que los niños sean niños, que no los hagan crecer de golpe como hacen ahora. Vos nos hiciste disfrutar la infancia como nadie, y nos volvés a llevar ahí cada vez que te escuchamos.



Gracias por ser la gran Madre y Abuela que tuvo Latinoamérica (y el mundo, aunque algunos no lo sepan).



Para terminar dejo un poema que ella escribió para cuando este momento llegara:


"Yo sé que estoy en vísperas de lo desconocido:
Un presagio madura tristemente en mi pulso.(...)

Que el silencio presida mi pavorosa angustia,
que nada en mí pretenda huir de lo inevitable.

Para sufrir más tarde el tiempo de las lágrimas
vivo ahora esta edad de sed y aprendizaje.

Todas las cosas deben florecer. Que el augurio
se nutra de mi sangre y cumpla su presente.

Como él es el paisaje que habitará el dolor
yo soy un sitio donde florecerá la muerte."

("Término", poema desde "Otoño Imperdonable", de María Elena Walsh. 1947).



Saludos.
Mauricio